¿Por qué mienten los políticos?

Crisis, corrupción, problemas en definitiva. Cuando tienen que dar explicaciones o asumir culpabilidad lo niegan todo. ¿por qué mienten los políticos?


¿Por qué mienten los políticos?

Campaña electoral. Todo son promesas, esperanza y muy buenas intenciones. A todos se les llena la boca a la hora de prometer cosas. Que habrá menos paro, que la economía irá a mejor. Que la corrupción acabará y que nuestro país nunca se someterá a los deseos de las grandes empresas o a lo que los mercados dictaminen.

Les aplauden, y entonces les votan. Al cabo de cuatro años te das cuenta de que la mayoría de promesas no se han cumplido. El paro sigue estando igual de alto. Los mismos corruptos que nos han robado siguen en libertad y otros, incluso, continúan gobernando.

Nos preguntamos entonces, ¿por qué mienten los políticos?

En otros países, si un político miente, se va a la calle. Dimite o le obligan a dimitir. En España eso es imposible. Nos hemos acostumbrado a que los políticos mientan y, lo peor de todo, no hacemos nada por cambiarlo. Si tú mañana en tu puesto de trabajo, mientes, seguro que te despiden. Da igual que seas un mileurista que el responsable de un equipo. El hecho de mentir a tus superiores conllevará que te despidan y, en el mejor de los casos, que te den un toque de atención muy severo.

Aquí no pasa absolutamente nada. Nos hemos acostumbrado y, lo más grave, la reacción del político de turno es echar la culpa a los demás o incluso remover la basura del pasado. El famoso «y tú una vez hiciste».

Mienten y tampoco dimiten

No dimiten porque la mayoría necesitan de la política para poder vivir. La mayoría son gente que si no tuvieran la política como profesión se morirían de hambre. Muchos ellos no tienen ni cualificación, idiomas o no saben cómo gestionar una empresa. Hay gente que incluso arruinando sus propias empresas o dejando en bancarrota el ayuntamiento de su pueblo, han terminando ocupando puestos de gran relevancia dentro del mundo político. Eso es lo triste. Son gente no preparada y los que mejor lo saben son ellos mismos.

Por ese motivo se aferrarán a su cargo al máximo. Son capaces de vender su alma al diablo con tal de mantenerse en el poder y seguir viviendo con los privilegios que conlleva formar parte de la clase política. Coches oficiales, dietas, grandes sueldos e influencias. A eso hay que sumar que muchos de ellos necesitan verse en la tele o en los periódicos para poder sentirse mejor. Muchos de ellos son unos acomplejados. Saben que carecen de virtudes. Para ellos, salir en los medios de comunicación y que los periodistas los adulen es algo que les hace llenar su ego, muchas veces vacío e insignificante.

Son capaces de cualquier cosa. Incluso de poner en jaque a su propio partido o intereses de su propio país o comunidad autónoma. Son capaces de presentar una declaración de independencia aunque sea inviable con tal de tapar las vergüenza de su lamentable gestión o de su corrupta forma de vida. Son esperpentos que mienten para tapar la basura que ellos mismos han generado.

Por eso mienten. Analizar a las personas más ricas del planeta. Ninguna de ellas ocupa puestos políticos. Ninguna ocupa cargos de relevancia. No necesitan la política para vivir. A ellos, ser presidentes del gobierno les supone una perdida económica, de esfuerzos y de dinero. A quien no tiene donde caerse muerto, el poder levantarse 5.000 euros al mes más lo que pueda llevarse como «ganancias extra» es un caramelo en la puerta de un colegio. Harán lo que sea con tal de mantenerse. Mentir y, si es necesario, pegar la puñalada trapera a quien están abrazando.

Los políticos mienten, y mucho. Y mienten porque muchos de ellos no son nadie.

Foto: Congreso de los Diputados en Madrid (España), Leandro Kibisz

 

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